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Precios dinámicos: la ciencia de variar cuantías sin perder la cabeza

Imagina estas situaciones a lo largo del año: Un día lluvioso y necesitas un paraguas como sea porque vas a salir a la calle. Es agosto, la crema solar se agota y la gente necesita protegerse del sol. Estás en noviembre y un par de zapatillas olvidadas en el almacén piden una oportunidad. Ese vaivén de oferta y demanda, generado por la necesidad del consumidor es en verdad la esencia de lo que entendemos por precios dinámicos: la fluctuación de precio que tienen algunos productos por diversas razones, pero siempre con un sentido detrás.

La clave es en verdad esa: dinámico no es caprichoso. Existen ciertos límites que en la práctica se traducen en dos rayas pintadas en tu cuaderno: un mínimo (floor) por debajo del cual el margen se rompe y un máximo (ceiling) que protege a tu marca de la tentación de subir por subir. Entre uno y otro, las ventas fluyen. Si, además, decides que el precio no puede variar más de, digamos, un 3% al día, y que sólo aceptarás dos cambios en 24 horas, has convertido un concepto difuso en una rutina concreta.

La pregunta correcta no es “¿cuánto subo?”, sino “¿por qué?”

Piensa en cinco términos que iluminan la decisión. Es algo muy sencillo pero a veces se pierde de vista, te los recordamos:

  • Coste (lo que te cuesta de verdad vender esa unidad: producto, comisiones, logística).
  • Cliente (cuánto se resiente la conversión si tocas el precio).
  • Competencia (tu lugar en el escaparate del marketplace, esa Buy Box que a veces parece un juego de sillas).
  • Calendario (estacionalidad, promociones, “vuelta al cole”, etc.).
  • Capacidad (stock, reposición, espacio).

Cuando los miras juntos, el precio deja de ser un número y pasa a ser una conversación razonable entre tu margen, tu demanda y tu inventario.

Una historia de 48 horas

Imagina que eliges dos productos “héroe” y escribes dos reglas simples:

  1. Si el stock cae por debajo de un número concreto y la conversión sube, ajusta +2%, con un tope semanal de +5%.
  2. Si el competidor más ruidoso te pisa los talones, quédate un 1% por debajo… siempre que el margen aguante; si no, sostente en tu floor, firme.No se trata de una fórmula mágica. Puedes hacer una prueba dos días, vigilar la tasa de aceptación del precio (¿sigue comprando la gente?), el margen por sesión y si asomas la cabeza más a menudo en la Buy Box. Lo que funciona, lo dejas; lo que no, lo deshaces sin trauma, como una receta que puedes ajustar en todo momento. El resultado que puedes obtener de esta estrategia no es el mismo que el esperado de una gran rebaja, sino algo mejor: controlar completamente el precio de tus productos.

Una carrera donde encontrarás obstáculos: Errores comunes

Cuando implementamos una estrategia de precios dinámicos existen ciertos desaciertos que se pueden evitar muy fácilmente si se tiene el foco correcto y la intención de tomar decisiones con criterio:

  • Mirar sólo a la competencia. Acaba en guerra y, ya sabes, en una guerra de precios sólo gana quien aguanta más pérdidas.
  • “Cambiar por cambiar”: Tocar precios cinco veces al día sin reglas solo mareará al usuario que pueda estar interesado.
  • Olvidar al cliente: si subes el precio, sube también la propuesta de valor (plazo, devolución, servicio).
  • No medir: si no tienes un antes y después, como un A/B de un par de semanas. Aunque suene rudimentario, es mejor hacer una prueba con datos simples que guiarse por intuiciones.
  • Solo apalancarte en IA para empezar: es innecesario. La sofisticación vendrá sola cuando el catálogo y los datos lo pidan.

El plan que funciona (sin tecnicismos)

Elige una pequeña selección de tu catálogo y decide qué quieres mejorar: ¿margen? ¿rotación? ¿visibilidad? Escribe tus límites por abajo y arriba (floor, ceiling, variación máxima, frecuencia). Lanza dos o tres reglas relacionadas con inventario, competencia y calendario. Déjalas actuar por 2–4 semanas y observa: margen por sesión, Buy Box, roturas de stock, devoluciones. Lo que sea consistente, lo escalas; lo que no, lo aparcas. Sigue el rastro de toda la experimentación: cada producto, fecha, regla, resultado.

Experimenta sin engañarte

El precio dinámico no es una montaña rusa. Es una carretera con señalización clara. Cuando sabes cuánto puedes moverte y por qué, el precio deja de darte miedo. Y, curiosamente, el margen también.

Conclusión


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